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Los kurdos no aparecen en los mapas

Si buscamos a los cerca de 40 millones de kurdos que hay en el mundo, no los encontraremos. Si buscamos dónde está el Kurdistán: si es un pueblo, una ciudad o un Estado… tampoco lo encontraremos. Kurdistán es un país mental. La pieza clave de un imaginario colectivo que empuja un movimiento de liberación desde hace siglos. Empezando por el Imperio Persa, pasando por el Imperio Otomano, por Ataturk, atravesando la Primera Guerra Mundial y llegando a la República de Turquía, los kurdos y las kurdas han sido reprimidas y utilizadas por las grandes potencias y Estados desde el siglo VI a.C. La negación de su cultura y su identidad han imprimido en la piel de los kurdos un espíritu rebelde que les ha llevado al momento actual, un punto de no retorno vinculado a un movimiento sin precedentes. Les ha llevado a rechazar el Estado y sus estructuras. A crear un nuevo modelo político, social y económico basado en la democracia directa, la asamblea, el cooperativismo y la liberación de la mujer como columna vertebral de una revolución que se gesta desde hace más de 40 años en Bakur, al norte de Kurdistán.

Bakur, que significa “norte” en kurmandjí, hace referencia al territorio del Kurdistán que se encuentra dentro de las fronteras de la República de Turquía. Desde la firma del Tratado de Lausana al finalizar la Primera Guerra Mundial, la zona que ocupa el Kurdistán se encuentra dividida en cuatro Estados: Bakur en Turquía, Basur en Irak, Rojhilat en Irán y Rojava en Siria. En cada región se vive una realidad diferente, pero a pesar de estas fronteras impuestas, los kurdos y las kurdas conciben Kurdistán como un solo territorio.

Con unos 20 millones de kurdos y kurdas, que representan el 50% de la población total, Bakur es el territorio en el que viven más kurdos, así como el más amplio. Con asedios como el del barrio de Surici en Amed, capital del Kurdistán; enfrentamientos como los de Cizîr; o masacres como la de Roboski, Bakur ha marcado con fuego el nombre de sus ciudades en la historia de la resistencia.

Con este imaginario de pueblo combatiente se han desarrollado, basándose en las ideas del Confederalismo Democrático ideado por Abdullah Öcalan, actual líder del PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán), una serie de instituciones y cooperativas eficaces que han fortalecido el tejido social y han roto con el monopolio del Estado en la sociedad civil kurda. Por ello, la educación, la salud, la justícia o la defensa tienen hoy en día, en Bakur, nombre en kurdo.